Asistimos en estos días a los acontecimientos de beatificación de Juan Pablo II, con los entusiastas de turno, pertenecientes a los movimientos conservadores, (debería ser un dato para tener en cuenta), y las críticas de quienes ven la otra cara de la moneda, y que a su vez reclaman la canonización de Monseñor Romero, asesinado por defender a los más indefensos y llevar a cabo el mensaje evangélico (que también debería tenerse en cuenta).


La primera postura me parece que lo que pretende claramente es apresurar esa canonización, pues ciertamente fue un hombre que movió masas de gente en sus viajes y apariciones en público, un público fácil, sumiso, y en ocasiones sin pensamiento propio, ni opción a cuestionar nada, sólo acostumbrado a "acatar", y amante de las suntuosidades.


La segunda, es evidente que no le faltan razones, y se enfrentan con indignación, solicitando que sea "canonizado ya" un hombre que sabía que se la jugaba y así fue, exactamente lo mismo que le pasó a Jesús, su vida fue bastante más parecida a la del evangelio que la de Juan Pablo II por muy Papa que fuera.


Pues bien; personalmente, no participo ni de un lado ni de otro, porque no encuentro sentido a estos reconocimientos honoríficos tan terrenales, que distan tanto del pensamiento de Jesús, el primer sacrificado por su fe en el Espíritu de Dios y su identificación con Él, que nunca pretendió reconocimientos oficiales, sino que se manifestó para liberarnos de todas estas mezquindades, que si nos infunden a la disputa, tanto las unas como las otras, no están inspiradas por su Espíritu.


En resumen, ¿se defiende "la Verdad, la alegría, paz, afabilidad, la bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza, todos ellos frutos del Amor"? (Gal. 5, 22-23) o ¿más bien, actuamos para vencer con nuestra lógica, valiéndonos de sacar a relucir los defectos de los demás?. Mi opinión va con las recomendaciones de S. Pablo;


"Ya que hemos resucitado con Cristo, busquemos las cosas de arriba, no las de la tierra" (Col. 3, 1-2)


"Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que Él os ha conocido ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? " (Gal. 4, 9-9)


Da la sensación de que queremos organizar los primeros puestos en la otra vida, como si desde aquí ya se fueran garantizando. Lo encuentro muy absurdo.

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1 comments to “LOS SANTOS DE ESTE MUNDO”

  1. Me atrevería a decir que, la cúpula de la iglesia, escrito con minúsculas porque no parece ser la de Jesús,no tiene nada que ver con la Palabra ni con lo que Jesús quiso transmitirnos...¿Por qué te empeñas en identificar esa iglesia con la Iglesia de Jesús?
    Un abrazo de Sorella