Author: Salomé on
lunes, 6 de diciembre de 2010
Nos está tocando vivir muchos cambios en poco tiempo, a todos los niveles, algunos muy difíciles de asumir y lo que no nos atañe personalmente se traduce en un sentimiento de impotencia.
Verdaderamente, estamos pillados y no encontramos escapatoria y como cuando se enjaula a un animal no se encuentra otra solución que "el ataque".
Nosotros que somos seres racionales, tenemos otros recursos para defendernos sin llegar a salir mal parados, o por lo menos sin llegar a agredirnos.
En lo que se refiere a cambios políticos o sociales que me sobrepasan no sé que actitud debería tomar, pero en lo religioso creo tenerlo muy claro; mientras esta sociedad cambia y cambia, la iglesia sigue "estática" para que no se le caiga lo poco que le va quedando.
Desde mi humilde opinión creo que si los que más o menos tienen algo de autoridad, le pusieran "el cascabel al gato" se encontrarían muy apoyados por una sociedad que busca valores espirituales y no encuentra medios que ayuden a fomentar ese entusiasmo, que para nada es falso, sino más bien movido por el deseo de autenticidad, respeto y aceptación.
Estos valores abundan en nuestra sociedad; hoy ningún joven se atrevería a agredir a un homosexsual, y no sólo eso, sino que lo integra y lo acepta. Si hay un embarazo no deseado se encuentra con el apoyo de su círculo de amistades para hacer frente al problema de la mejor manera posible, respetando la conciencia personal. Existen muchos jóvenes dedicados al voluntariado, son visibles en muchas ocasiones llevando ancianos o minusválidos, así como colaborando en diferentes ONG etc. etc.
Algunas de estas cosas desgraciadamente la iglesia no las ve como "valores" sino como degradación del ser humano, indigno, excluyéndole de toda posibilidad de acercarse a la institución, antes, tienen que renunciar a sus principios y acatar las órdenes.
¿Era esta la conducta de Jesús?. ¿Ponía condiciones?. ¿Marcaba pautas de culto religioso?, o más bien ¿acogía, liberaba y ayudaba convirtiéndose en Amigo?.
Hay quien individualmente se juega el tipo, "y así le va", pero se realiza como persona y puede ser feliz y alcanzar la libertad. Es una pena que nadie sea capaz de aglutinar, como lo hace por ejemplo un sindicato, o cualquier otra manifestación para hacer notar a esta institución eclesiástica que somos Iglesia, tenemos algo que decir y somos más de los que parece. Quizá más de uno se sorprendería y si la institución se dignara bajar a su encuentro, esta sociedad podría dar un cambio muy notorio hacia la autenticidad del Evangelio.
Como consecuencia, caminaríamos hacia una mayor dignificación de la persona, el respeto, la comprensión y en definitiva los valores evangélicos.
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